martes, 1 de diciembre de 2015

Hibernia, o el increíble encanto de los perdedores

La figura de los grandes campeones siempre es la más atractiva. Pero yo soy de esos extraños que en la NBA se hizo de los Jazz porque no quería que Jordan ganara más cosas, al que nunca le ha interesado especialmente Rafa Nadal y que siendo futbolero, prefiere un Rayo-Athletic que un Madrid-Barça por puro hastío.

No voy a ir aquí de defensor de la figura del "loser". También admiro a muchos ganadores. Les prefiero con algo de toque maldito, como Maradona o Cantona; implicado, como Mohammed Alí o con un toque diferente como Nacho Azofra o Rossi... pero tampoco hago ascos a deportistas políticamente correctos de esos que saben no meterse en ningún charco tipo Pau Gasol o Fernando Torres. 

En algunos entornos hay un discurso anticompetitividad en el deporte que no, que no pienso comprar porque es un rollazo. Ganar y que ese sea tu objetivo, no es malo "per se". Lo bonito y sano, claro, es conseguirlo con unas señas de identidad concretas y que no todo valga para conseguirlo.

"Solamente juegan para ganar, pero siempre con deportividad" que decía la canción de Oliver y Benji...

Pero los perdedores que no dejan de intentarlo... esos tienen un encanto que no se puede igualar. Un toque de romanticismo que, seguramente muy a pesar de sus protagonistas que querrían ser menos románticos pero ganar algún partido de vez en cuando, no se compra con dinero. 


Y en la revista "Gigantes del Basket" del mes de diciembre me han dejado contar una historia de ese tipo. De perdedores que no dejan de luchar. En las mismas páginas en las que aparecen ganadores de todo lo ganable como Stephen Curry, Felipe Reyes, Mike Krzyzewsky u Oscar Schmidt se cuelan nombres absolutamente desconocidos como los de Conor Grace, Martins Provizors, Colin O´ Reily o Lhemon Colbert. 


Son jugadores del Hibernia, el combinado "all star" de la liga irlandesa que ha participado esta temporada en la FIBA Europe Cup, 20 años después de la última aparición de un equipo de la isla en competiciones internacionales. 

Y, a falta del último partido, su periplo en esta competición que tampoco es que tenga un nivelazo tremendo, se ha saldado con derrota tras derrota hasta la derrota final. 

Me puso tras la pista de esta historia uno de mis mejores amigos, emigrado hace tiempo a la Irlanda más rural, Juan (aka "Infame"), todo un  enamorado del deporte más "freak" que te puedas echar a la cara. 

En cuanto me lo contó lo vi: esta historia merecía ser contada. Y a ser posible, en un buen altavoz como es la principal revista de baloncesto de España.

No sé si por convencimiento o por hastío -como el que me generaban a mi Jordan, el Madrid y el Barça- pero el director David Sardinero también apostó por  dejarme contar esta historia.  

Lo puedes encontrar desde esta semana en el kiosco. E imagino que para los irredentes y románticos -a su pesar- jugadores del Hibernia compartir páginas con Curry o el Chacho es como para mi aparecer en la misma mancheta que Antoni Daimiel, Sixto Miguel Serrano, Chema de Lucas, Fernando Martín, Fran Guillén, Antonio Gil o Àlex Gozalbo. 

Y lo mejor: cobrando por este trabajo una cifra justa. Que esto del periodismo deportivo nos apasiona tanto que a veces nos olvidamos de que es algo de lo que vivir. 

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