miércoles, 30 de diciembre de 2015

Una de rock & roll

Ayer fui a ver a Los Suaves a la sala La Riviera. Un concierto que se anunció como si fuera a ser el último de la banda gallega pero sin decir que lo fuera. Y no, no lo va a ser. Era el último de la gira "la música termina" que da paso a "la traca final" en 2016. 

El caso es que con ese truqui de marketing barato nos liaron a unas 2000 personas, de las que probablemente las más jóvenes fuéramos nosotros con nuestros treinta y muy pocos, para plantarnos un martes de diciembre con ganas de rock en la sala de las palmeras en todo el medio.

El día que amaneció con la noticia de la muerte de Lemmy de Motörhead era buen día para ver una de las últimas exhibiciones casi obscenas de decadencia de Yosi, el cantante de Los Suaves. 

El directo de Los Suaves no es apto para "no fans". Llevan ya unos cuantos añitos, fácil más de 10, que sólo se habla de si Yosi fue capaz de cantar alguna canción entera o si logró tirar el "atrezzo" del escenario que de si el nuevo disco es bueno o malo. 

Y si vas sin saber eso, basándote sólo en los buenísmos discos de estudio que han dejado en tres décadas en la carretera o el espectacular directo "Hay alguien ahí" de 1995 la decepción va a ser morrocotuda. Como la que me llevé yo la primera vez que les vi en directo en un Derrame Rock, allá por 2008. 

Desde entonces, les he visto más veces. Pero siempre en festivales. A ver qué pasaba. A ver si caía la breva y veía un concierto digno. Hasta me enfadaba al ver que no, que otra vez no. 

Ayer no. Iba sabiendo a lo que iba. A decir adiós a un grupo del que, sin ser fan fan fan de esos idiotas irracionales, muchas de sus canciones han sido banda sonora de momentos importantes, o secundarios, de mi vida.

En La Riviera me asaltaron la cabeza ese CD de "Santa Compaña" a mil pelas en una de esas visitas a la capital para comprar en Madrid Rock. Ese recorte de revista del gato negro que durante años decoró mi escritorio en casa de mis padres. Del "K7" del directo que nunca llegué a devolver a mi amigo Jony, y que seguro ahora que su vida es digna de una canción de Los Suaves no echará nada en falta. Del youtube del gorrión "Pardao" en la terraza. De "Mi casa" flasheándome una mañana de agosto en un atasco en la M30. De la noche de San Juan gallega. Y por supuesto de Dolores, la madre que la parió y del 1,2,3 Villalba. 

Ayer iba a eso. 

Pero es que, además, me lo pasé muy bien. Pese a que, efectivamente, había momentos en que pasabas de la risa a la profunda penita de estar viendo la decadencia de un pobre señor mayor enfermo con la actuación del bueno de Yosi. 

El rock&roll es así. 



...y si en los bises me sale con la camiseta del Atleti, mejor. No deja de tener su ironía que, a orillas del Manzanares, precisamente Los Suaves se vistan de rojiblanco.  ...el rock&roll es así. 

martes, 1 de diciembre de 2015

Hibernia, o el increíble encanto de los perdedores

La figura de los grandes campeones siempre es la más atractiva. Pero yo soy de esos extraños que en la NBA se hizo de los Jazz porque no quería que Jordan ganara más cosas, al que nunca le ha interesado especialmente Rafa Nadal y que siendo futbolero, prefiere un Rayo-Athletic que un Madrid-Barça por puro hastío.

No voy a ir aquí de defensor de la figura del "loser". También admiro a muchos ganadores. Les prefiero con algo de toque maldito, como Maradona o Cantona; implicado, como Mohammed Alí o con un toque diferente como Nacho Azofra o Rossi... pero tampoco hago ascos a deportistas políticamente correctos de esos que saben no meterse en ningún charco tipo Pau Gasol o Fernando Torres. 

En algunos entornos hay un discurso anticompetitividad en el deporte que no, que no pienso comprar porque es un rollazo. Ganar y que ese sea tu objetivo, no es malo "per se". Lo bonito y sano, claro, es conseguirlo con unas señas de identidad concretas y que no todo valga para conseguirlo.

"Solamente juegan para ganar, pero siempre con deportividad" que decía la canción de Oliver y Benji...

Pero los perdedores que no dejan de intentarlo... esos tienen un encanto que no se puede igualar. Un toque de romanticismo que, seguramente muy a pesar de sus protagonistas que querrían ser menos románticos pero ganar algún partido de vez en cuando, no se compra con dinero. 


Y en la revista "Gigantes del Basket" del mes de diciembre me han dejado contar una historia de ese tipo. De perdedores que no dejan de luchar. En las mismas páginas en las que aparecen ganadores de todo lo ganable como Stephen Curry, Felipe Reyes, Mike Krzyzewsky u Oscar Schmidt se cuelan nombres absolutamente desconocidos como los de Conor Grace, Martins Provizors, Colin O´ Reily o Lhemon Colbert. 


Son jugadores del Hibernia, el combinado "all star" de la liga irlandesa que ha participado esta temporada en la FIBA Europe Cup, 20 años después de la última aparición de un equipo de la isla en competiciones internacionales. 

Y, a falta del último partido, su periplo en esta competición que tampoco es que tenga un nivelazo tremendo, se ha saldado con derrota tras derrota hasta la derrota final. 

Me puso tras la pista de esta historia uno de mis mejores amigos, emigrado hace tiempo a la Irlanda más rural, Juan (aka "Infame"), todo un  enamorado del deporte más "freak" que te puedas echar a la cara. 

En cuanto me lo contó lo vi: esta historia merecía ser contada. Y a ser posible, en un buen altavoz como es la principal revista de baloncesto de España.

No sé si por convencimiento o por hastío -como el que me generaban a mi Jordan, el Madrid y el Barça- pero el director David Sardinero también apostó por  dejarme contar esta historia.  

Lo puedes encontrar desde esta semana en el kiosco. E imagino que para los irredentes y románticos -a su pesar- jugadores del Hibernia compartir páginas con Curry o el Chacho es como para mi aparecer en la misma mancheta que Antoni Daimiel, Sixto Miguel Serrano, Chema de Lucas, Fernando Martín, Fran Guillén, Antonio Gil o Àlex Gozalbo. 

Y lo mejor: cobrando por este trabajo una cifra justa. Que esto del periodismo deportivo nos apasiona tanto que a veces nos olvidamos de que es algo de lo que vivir.