viernes, 23 de octubre de 2015

Quién me lo iba a decir. "Cabaret" tiene moraleja. Y vaya moraleja.

Los musicales no son precisamente un género que siga al dedillo, pero esta semana tuve oportunidad de ir al teatro Rialto de la Gran Vía a ver "Cabaret". 

Era para un regalo que tenía claro que debía ser un musical, y de los que hay en cartelera ahora mismo en Madrid fue el que más me llamó la atención. Eso de que lo anunciaran como "el musical de Broadway" y que me sonara el título me valió. 

Antes que este sólo había visto "El Rey León" y "Galicia Canibal", que se parecen como  un huevo a una castaña. 

Una superproducción de altísimo presupuesto con el sello Disney en el teatro más grande de Madrid con entradas a 90 pavos que debes comprar con antelación vs un musical sobre la "movida gallega" con canciones de Siniestro Total y Los Limones y el sello Antón Reixa del que pillas entradas con descuento de Groupon o algo de eso...

Por lo que no sabía bien qué esperar de "Cabaret". Y sería quizá el término medio. 



El Rialto es un teatro con un escenario tremendo, pero en las "Entradas Club" (primera planta, no en el patio de butacas) como pilles demasiado centrado te tapa medio show una barra del balcón, y como no sea así estás demasiado ladeado. Y cómodo, lo que se dice cómodo, no es. La relación calidad/precio del teatro es bastante floja, la verdad. 

Pero en cuanto al espectáculo... sinceramente para mi fue una grata sorpresa. Con algún que otro rostro televisivo en el reparto, que siempre da caché a un producción comercial como esta. 

Y en cuanto a cómo es "Cabaret", no son simples números musicales inconexos con un argumento flojo como justificación para poner a canturrear a los personajes, sino una historia sólida y bien hilada que se apoya en buenos números musicales. Algunos tan populares como el "Money, money". 

Ambientado en el Berlín de los años 30, justo antes del alzamiento del nazismo al poder, narra la llegada de un escritor estadounidense a la capital alemana y su particular historia ¿de amor? con una cabaretera inglesa del "Kit Kat Klub". 

El personaje del "Maestro de Ceremonias" es sencillamente bestial. Da el toque absurdo y canalla a un argumento y a unas historias que son mucho más crudas de lo que esperaba. La gran ovación final fue para él, y eso que hubo otros personajes tremendos. 

Porque con este título y siendo un musical de Broadway con tanta trayectoria imaginaba que iba a ser más "light". Más el espíritu puro y duro del cabaret de "dejen sus problemas fuera, aquí venimos a divertirnos". 

Y no. Al final sacas una conclusión. Evitaré spoilers aunque me los pida el cuerpo pero no pienso dejar de compartir esa moraleja que extraje de las cerca de 3 horas de espectáculo: puedes pasar de la política, pero la política no va a pasar de ti. 

Y en estos días inciertos en que vivir es un arte, que la gente pague 60 euros porque le digan eso a la cara, me parece tremendo. 


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