El pasado mes de marzo escribía esto en este mismo blog sobre "La leyenda de Emilio Segura", y aprovechaba para divagar un poquito sobre la escasa memoria histórica de nuestro baloncesto.
Demasiado a menudo parece que en la piel de toro se empezaron a meter canastas en los años 80; cuando ya era habitual desde medio siglo antes -sobre todo como bromea mi amigo Sergio Ruiz Antorán @Puertatras "gracias a curas y militares"- y olvidamos historias tremendas sucedidas antes. Como la de Emilio Segura.
Hoy que me reincorporaba temporalmente a mi trabajo en Estudiantes tras unos días fuera me ha tocado la desagradable tarea de escribir el obituario de Emilio Segura.
Una vida, y sobre todo una leyenda, de lo más demente. Que una canasta tuya le quite la única liga al "dictador" del baloncesto de tu época para dar el título no a tu equipo, sino a otro club similar al tuyo que quería crecer... ¡es maravilloso! Aquí lo narra Javi Salgado dentro del proyecto #EstuHistoria.
Segura ha fallecido relativamente joven, a una edad con un número muy demencial también: 69. De la misma edad que otro mito como Aíto García Reneses, junto a quien debutó en el primer equipo de Estudiantes.
Emilio compartió con Don Alejandro y con Vicente Ramos, un año menor que ellos, temporadas más que productivas en la cantera. Cayeron títulos y forjaron una amistad para siempre. Emilio, Vicente y Aíto son tres de los pesos pesados de la Asociación de Veteranos del Estudiantes.
Tuve varias veces oportunidad de charlar con Emilio, por supuesto de entrevistarle. Era un hombre muy cercano y de gran memoria; y como todos los de esa quinta que nació casi a la vez que Estudiantes, con un tremendo cariño al club y al Ramiro.
Pero la charla más especial que mantuve con Emilio, sin duda, fue la más desenfadada: en la comida pre-derbi de la peña que lleva su nombre en la que pude entregarle un ejemplar del número 1 de la revista "Tú al Ramiro y yo a Badalona". Su legendaria canasta protagonizaba un artículo que hicimos el maestro Alonso de Palencia y yo. El derbi para el que calentamos motores, por cierto, lo ganamos. Fue el del año del descenso. Muy demente todo.
Emilio no estuvo presente en ninguno de los escasos títulos nacionales de Estudiantes. Ni siquiera fue un jugador especialmente longevo en el primer equipo, sólo cuatro temporadas (entre 1963 y 1967). Pero, en 2001, se convirtió en el único jugador de toda la historia de Estudiantes que -hasta la fecha- tiene una peña oficial con su nombre.
Una peña compuesta por gente maravillosa que han hecho una tarea impagable para que podamos decir que sí, que al menos en este caso, el habitualmente caínita entorno estudiantil ha sido capaz de reconocer en vida la importancia de las pequeñas grandes historias que hacen del baloncesto y del Estu algo tan bonito.
Que la tierra te sea leve, Emilio. Ten cuidado, ¡los aros que llevan los angelotes en la cabeza no son canastas para machacar!